Nadando entre bloques de hormigón helado, el siempre arriesgado Ferran (apodado por sus fieles seguidores como el libertario ebrio) avanzaba a trompicones hacia su destino.
Su misión: el polo norte.
Su razón: supongo que hastío social.
Harto de desemmascarar con sus palabras las burdas cuestiones que ensalzan el panorama social y de buscar desesperadamente un lugar donde el reflejo del gran astro no pueda dañar irreversiblemente sus retinas, se pira pal monte a descansar...
Y aunque parezca mentira le envidio........ y asi despierto, sediento de aventuras o desventuras, sediento de beber de una puta vez del caliz del desenfreno.
pim pam
pum
Vuelvo a escribir despues de tanto tiempo, no porque tenga nada importante que decir, sino porque despues de tantos años y despues de tener el sueño antes mencionado, me he encontrado con que el libertador habia cambiado su imagen para mostrar, dandome la possibilidad de saber algo de él, y demostrando, para regozijo de los aqui presentes, que sigue siendo un gran hijo de puta digno de confianza.
Un abrazo
30.12.09
4.10.08
Encuentros en la calle Segovia
-Chichigua...-.
-¿Como que chichigua? Cabrón estas a más de un palmo-.
-Los cojones hijo de puta-. Respondio Manolete, el cual era altamente conocido en el vecindario por su mala lengua.
-Mira-. Dijo Pedrín, y acto seguido puso su mano entre la canica más cercana y el gua.- Estas a más de un palmo-.
-Eso con tu mierda de mano. Que más que una mano parece una pata de pollo... bueno, de polla, que queda más grosero y ser grosero da estatus-.
En verdad tenia razón, así que Pedrín apartó silenciosamente su diminuta mano del gua para que Manolete prosiguiera con la jugada que probablemente arruinaria su carrera. Desesperado buscó en su interior una excusa que perturbara la mente de su amigo. Y la encontró.
-Anoche vi a un fantasma tio...-. En su tono de voz se pudo percibir el leve temblor del pánico controlado.
Manolete, blanco como la leche, dejó las canicas en el suelo y le miró fijamente.
-¡Jurame por lo que más quieras que no estás mintiendo escualido hijo de puta!-.
-¡¡Te lo juro por los cromos de la liga!!. Mi madre también lo vio, y creo que mi hermana, pero no quiere hablar de ello...-.
...
-Yo también he visto un fantasma...-. Dijo al fin Manolete. - Llevo desde el lunes durmiendo con mi madre, y aún asi no consigo dormir...-.
-¿Y tu padre?-.
-Mi padre duerme en el sofá-.
-Joder... ¿Y que vamos a hacer, llamar a los cazafantasmas?-.
Ambos rieron. Pero poco.
-Mamá a dicho de llamar a la policia, pero no estaba muy segura... por si la tomaban por loca o algo-.
-Ya ves tu. Tu madre siempre a estado como una puta cabra-. Sentenció Manolete.
Acto seguido recogió las canicas y volvió a apuntar al gua. Disparó, y acertó. Mientras recogia las canicas y las introducia en su bolsillo se pudo observar en su semblante una mueca se satisfacción.
-Tengo un plan-.
-¿Cual?-.
8.9.08
Encuentros en la calle Segovia.
-Joder Mari, te digo que he escuchado un ruido...-. Susurró Daniel escondido tras las sabanas.
-Menudo hombre estas hecho. Anda, duerme que te queda apenas una hora de sueño-.
Acurrucado bajo la aparente protección del edredón, Daniel, intentó en vano cerrar los ojos, pero un impulso mayor que su propia voluntad le obligaba constantemente a permanecer alerta. La luz de la ciudad entraba a trompicones por la ventana y, muy de vez en cuando, el ruido de un coche al pasar rompía el silencio propio de la oscuridad.
...
Unos pasos se escucharon en el rellano.
...
silencio
-Mari. Alguien se a parado frente a nuestra puerta-.
-Ay, no seas tonto-.
-¡Joder...! ¿acaso no has escuchado nada?-.
-¿Que puñetas voy a escuchar? Va, duermete que me tienes hasta las narices con tus estupideces. Si no quieres dormir coges y te vas al sofá, pero a mi no me com....-.
¡¡¡TOC TOC TOC!!!
-Me cago en la put...-. Dijo Mari mientras acojonada se acurrucaba entre las piernas de su marido.-
-¿Lo ves...? Te digo que alguien esta rondando nuestro rellano desde hace unos minutos...-.
-¡¿Y a santo de que iba nadie a rondar nuestro rellano a las cinco y media de la mañana?!-.
-¡¿Y yo que mierdas se, Mari...?!-.
-¡Joder pues a llamado a nuestra puert...!-.
¡¡¡¡¡¡TOC TOC TOC!!!!!!
silencio
solo la respiración entrecortada de ambos y el llanto quejumbroso propio del terror
-¡Oye cari que tengo mucho miedo....!-.
Se abrazaron muy fuerte.
-Voy a ir a ver, esperate aquí.- Dijo Daniel mientras descendia lentamente de la cama.
-¡Los cojones!- Y de un salto su mujer le alcanzó.
-tssss....-. Y a oscuras avanzaron lentamente hasta la puerta de la habitación.
Nunca antes el comedor habia presentado un aspecto tan desolador, tenues sombras se asemejaban ahora a siluetas deformes cargadas con malas intenciones...
Tras alcanzar a oscuras el sofá, pudieron ver por primera vez como un hilo de luz, casi imperceptible a simple vista, se dejaba caer por el lateral de la puerta de entrada. En ese mismo instante un papel se deslizó por debajo de esta, y unos pasos se alejaron al otro lado del recibidor. Daniel, sintiendose violento al ver que su asaltante huía escaleras abajo, se abalanzó sobre el pomo de la puerta y abrió esta de par en par.
-¡¡Oye!!-. Gritó al vacio. Porque allí ya no habia nadie.
...
-Cariño mira esto...-. Preocupada, susurró su mujer desde atrás.
En sus manos sostenia el papel que segundos antes se deslizó hasta la mitad del recibidor. En sangre aparecia escrita la palabra: hola.
6.9.08
Encuentros en la calle Segovia.
Capitulo 3
-¿Dice usted que desde hace unos dias se escuchaban voces extrañas en la casa de los Improda?-. Puntualizó Eduardo.
Concentrado en la tarea de encontrar al culpable de la muerte del señor Antonio, el famoso detective andaba de rellano en rellano interrogando a todos los presentes. No iba solo en su empeño, le seguian, a muy pocos pasos, las ancianas, los niños y hasta Emiliano, exjugador profesional de futbolín, cuya carrera se vio truncada por desarrollar entre horas una sorprendente afición al calimotxo. Volcadas sobre las barandillas del hueco del ascensor, las mujeres del vecindario que aun no habian sido interrogadas comentaban por lo bajini lo sucedido. Ni Miguel, el más anciano de cuantos se encontraban hoy en el edificio, sentado en su negra butaca y ataviado con su más preciado batín, era capaz de recordar tanta expectación, ¿o si?, bueno, una fria noche de mayo, malherido a causa de un disparo, Ricardo Mendoza, guardia civil de profesión, se refugió pidiendo auxilio en la porteria, pero tampoco se armó tanto revuelo.
-Asi es. Como quejidos lastimeros, nose...-. Acabó de responder la vecina.
Un murmullo de aprovación se escuchó entre los presentes.
-Pero Antonio fue asesinado, ¿me equivoco?-. Puntualizó el detective.
-No le quepa la menor duda... y no me extrañaria nada que no hubiera sido alguien de carne y hueso-.
Varias exclamaciones se pudieron escuchar a la par entre el gentío. Tres mil millones cuatrocientos veintitres pelillos se erizaron al unisono. Miranda, una mujer muy sensible, se desplomó entre los presentes. Ricardito, con apenas 6 meses de edad, rompió a llorar y durante varios minutos fue su llanto el unico sonido que pudo escucharse en el rellano del 3º 1ª.
1.9.08
Encuentros en la calle Segovia.
-¡¿Señor Antonio?! ¡No corra usted tanto, que se nos va a matar!-.
-¡¡Buenos dias Eugenia!!- Dijo alegremente Antonio mientras colocaba su sombrero sobre la mesa del comedor y sonreia ante la ocurrencia de su criada.- ¿¿Sabe usted que dia es hoy??-.
...
-Pues la verdad es que no... me pilla usted algo espesa esta mañana...-. Se escuchó desde la cocina.
-Hoy, Eugenia ¡¡es el gran dia!!-.
El relog de cuco que durante años desveló a la familia Improda de su apacible sueño, embotado en su interminable tic-tac, no dio muestras de sobresalto al ser el unico testigo de lo que sucedió en el domicilio de los Improda durante aquellos instantes.
-¿El gran dia para que, don Antonio?-. Saliendo de la cocina con el delantal en la mano, dijo entonces Eugenia, pero al levantar la vista no se encontró con Antonio, más bien con un trapo de color blanco del tamaño de un hombre de mediana edad.
-El gran dia, Eugenia....... el gran dia....-.Respondío este desde el interior de su disfraz.
"...Ya está haciendo el gilipollas..." reflexionó Eugenia.
28.8.08
Encuentros en la calle Segovia.
-¿Es usted el detective?-. Preguntó impaciente el portero del edificio.
-Si, asi es. Mi nombre es Eduardo-.
Un coche, a juzgar por su aspecto, robado, cruzó la calle Segovia en dirección opuesta a las agujas del relog. A pocos metros, una anciana, demasiado bien vestida como para ir solamente a comprar arroz, sacaba varias monedas de su monedero, buscando, como todos los lunes, que la suerte le sonriera con los ciegos. En el parque de la esquina, un niño rubio, atabiado con la equipación del Jeréz Club de Futbol, chutó el penalti más patético de su corta existencia...
El portero del edificio dejó entrever, con una mueca muy sutil, que en su mente se habian unido dos neuronas...
-¿Orellana....?¿¿Eduardo Orellana??-.
-Si, el mismo. ¿Nos conocemos?-.
-Ah, no no, en absoluto. Es solo que soy un gran admirador suyo. Conozco varios casos en los que usted a participado, y por supuesto resuelto con gran esmero y profesionalidad. Concretamente recuerdo el caso de miss sun.....-.
-Si, si- Cortó tajante Eduardo.- No es momento de comernos las pollas ¿no cree?. Digame, ¿cual es su nombre?-.
-Oh claro, que cabeza la mia. Vicente. Vicente Martinez, señor-.
-Bien. Vicente, ¿podria usted explicarme con exactitud todo lo que a pasado aqui esta noche?-.
-Me temo que no...-.
...
-¿Y porque no...?-. Pareció vacilar Eduardo.
Cierta temeridad se pudo ver en los ojos de Vicente al decir con regocijo:
-Yo no soy detective, señor. Solo soy un simple portero... Todo cuanto puedo decirle es que Antonio Improda, vecino de la comunidad, a amanecido muerto esta mañana-.